El mero o cherna pertenece a la familia de los Serránidos, del orden Peciformes. Presentan un cuerpo robusto, con una cabeza grande en la que resaltan los ojos globosos y unas grandes mandíbulas. Su hábitat son las zonas rocosas de aguas templadas y tropicales, con grandes piedras o cuevas submarinas, en cotas que oscilan entre los 4 y los 350 m. Los ejemplares más grandes pueden llegar a alcanzar más de 1 metro de longitud y más de 40 kg de peso. Se trata de especies hermafroditas proterogínicas cuya madurez sexual se alcanza a los 5 años. Durante mucho tiempo ha sido el objetivo de los pescadores submarinos por su gran tamaño, pero en la actualidad es una especie protegida. El mero habita en aguas tropicales y templadas como las costas de Brasil y las Bermudas (en el océano Atlántico), en las aguas del mar Mediterráneo y también en las del Pacífico. Se suele encontrar junto a algas, corales y otras zonas protegidas de la costa, a unas profundidades que oscilan entre los 20 y los 200 metros.
Es un fallo muy común confundir la carne del mero con la del marrajo y el emperador (Luvarus imperialis), llegando a creer que son el mismo pescado y cotizándose su carne al mismo precio, sin embargo estas tres especies son muy diferentes en aspecto y taxonomía; el mero y el emperador son peces de la clase de los Actinopterygii (cuyo esqueleto es óseo), mientras que el marrajo pertenece a la clase de los Condrictios (de esqueleto cartilaginoso) Su carne es muy apreciada en todos los lugares donde se da esta especie. De hecho, es tan exquisita que ha motivado el famoso refrán: "de la mar el mero y de la tierra el cordero". En el Mediterráneo cada vez es más escaso debido a la sobrepesca. Una de sus especies más conocidas es el mero gigante (Epinephelus lanceolatus).
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